jueves, 26 de marzo de 2009

Gruppenzwang: el caso de una escamosa que sigue la corriente

Nunca quise escribir un blog. Menos, leer los ajenos. Hace un par de años, lo intenté y deliberé que, mi vocación de blogger era nula. Mis posts no tenían sentido por una gramática mediocre. Mi hilo narrativo se deshilachaba. Tampoco tenía ni una pizca de inspiración. Eso de escribir mínimo una vez a la semana me esclavizaba y el pánico escénico ante las publicaciones superaba mi tolerancia a la ridiculez. Una noche terminé escupiendo, borrando, pisando y quemando lo que yo consideraba una dañina consecuencia por una precipitada adopción de una moda imprecisa para mí en su momento. Para qué contaminar y sin rebote. Para qué atar mi muñeca a un reloj con las manecillas tembleques. ¿Dónde está la cruz blanca en mi bandera roja? En el país de los blogs me convertí en una paria desvergonzada.

Aquí un paréntesis. En esta aldea o autopista de la información, cualquiera pilla un par de zapatillas y corre sin importar su condición física. Quién puede lo hace y quién no se la banca. Es cuestión de aceptarse y proponer la conversión de uno mismo por una vieja chismosa que anda metiendo cuentos a los vecinos del callejón.

Es así que he decidido reciclarme, llenarme la cabeza de ruleros y comprar una escoba para ahuyentar a los gatos. Y defender, como hacen los alemanes, una palabra que ilustra en el photoshop lingüístico lo que ahora cuento: GRUPPENZWANG. Estas dos magníficas palabras que, traducidas al castellano, son una combinación mágica que ayuda a justificar todas las sandeces o reacciones sociológicas. Zwang significa “presión, obligación o cumpulsión”. Entonces, sería algo como "PRESIÓN U OBLIGACIÓN DE GRUPO" ¿No es maravilloso? Al fin y al cabo, andamos todos en manada y seguimos a la masa. Yo, una insignificante migaja.

A los trece años, empecé a escribir un diario y nadie más que yo lo ha leído. A quién le importa. A todo el mundo, quizá. Porque antes de humanos, medios monos hemos sido y dime a qué primate no respira placer a la hora de hurgar. Hasta con las orejas de su nariz, con el dedo punzante. Rebusca en los hoyitos mentales y no me hagas caso.

Sácame la lengua, lee esto comiéndote un plátano. O deseándolo. Allá tú, porque somos animales y la pluma con la que escribimos no es más una refinación a nuestra condición de bestias. Aquí habla un pez que múltiples veces mordió el anzuelo y, para conservar su especie, fomentar su proliferación y por la simple razón de que no lo jodan más, se ha puesto en veda. Pero eso, lo contará con otras mareas.


Nota aparte.

Resulta irresistible recordar cómo Michael Foucault en “Las palabras y las cosas” analiza el lenguaje y determina que existe, dentro de él, un orden que determina la estructura y evolución las palabras porque ellas, en respuesta, surgen gracias a las cosas. Uno puede bucear en el discurso y evitar ahogarse con palabras que no dan al caso y no perfilan la cosa hablada. Elijo a Ambrose Bierce, un periodista del siglo XIX, para asociar las palabras y mis cosas. De “El diccionario del Diablo” rescato algunos de los términos utilizados en mi primer post para que entiendan en detalle mis desvaríos.

Moda, s. Déspota a quien los sabios ridiculizan y obedecen.

Placer, s. La forma menos detestable del tedio.

Pluma, s. Implemento de tortura producido por un ganso, y generalmente usado por un asno. La pluma de acero es usada por el mismo eterno Personaje.

Ridículo, s. y adj. Palabra destinada a probar que la persona a quien se aplica carece de la dignidad de carácter de quien la pronuncia. Según Shaftesbury, el ridículo es la prueba de la verdad: afirmación ridícula, pues muchas solemnes falacias han sobrevivido a siglos de ridículo, sin que disminuyera su aceptación popular.

Dejo una canción de Macaco, un grupo español que me acompaña desde setiembre... Pirata de agua salada. Llego a mí por tierra firme, cuando pensé que solo con pulmones podía vivir feliz. Ilusa. El disco se llama fondo submarino, ya entenderán porqué.



No hay comentarios:

Publicar un comentario